jueves, 3 de abril de 2014

LA ACTIVIDAD FÍSICA, UN ARMA EFICAZ CONTRA LA ARTROSIS

 La artrosis afecta a cerca de siete millones de españoles y es la enfermedad articular más frecuente. Según datos de la Sociedad Española de Reumatología (SER), en España la artrosis afecta al 10% de la población general.  
A pesar de que la artrosis y la artritis son enfermedades tan comunes, es habitual confundirlas o referirse a ellas como si fueran una única enfermedad, pero lo cierto es que son enfermedades diferentes, con síntomas y procesos diferenciados.
La artritis es la inflamación de las articulaciones causada por una alteración de la membrana sinovial, que es la capa que recubre toda la articulación y que permite que se produzca movimiento gracias al líquido sinovial.
La artrosis, en cambio, consiste en un 'desgaste' del cartílago articular que puede ser progresivo y, aunque su frecuencia aumenta con la edad, no es exclusiva de los mayores y puede presentarse en cualquier edad. Afecta, en más o menos grado, a todas las personas por encima de los 55 ó 60 años, pero sólo en una parte de ellos, la enfermedad es lo suficientemente severa para dar síntomas.
 Las articulaciones son las que permiten el movimiento y están formadas por la unión de dos huesos a través de la cápsula articular. Los extremos óseos que se unen para formar la articulación están recubiertos por el cartílago articular. Cuando este cartílago articular se lesiona, se produce rigidez e incapacidad funcional. Normalmente la artrosis se localiza en la columna cervical y lumbar, algunas articulaciones del hombro y de los dedos de las manos, la cadera, la rodilla y la articulación del comienzo del dedo gordo del pie (primer dedo del pie).
Es muy habitual que las personas achaquen todos los dolores que padecen en la columna o en las extremidades a la artrosis, lo que con frecuencia es falso. Aunque todas las personas  por encima de una determinada edad tienen artrosis, en la mayoría, los síntomas que padecen no se deben directamente a esta enfermedad, sino que tienen su origen en problemas de los ligamentos, músculos o tendones que rodean las articulaciones.

Artrosis y Actividad Física

Hasta hace poco la creencia habitual acerca del mejor tratamiento para la artrosis era el reposo. Hoy en día, los expertos abogan por ejercicios controlados para favorecer la circulación y aliviar las inflamaciones.
Es un error frecuente dejar de hacer actividad física cuando se tienen molestias o dolor en las articulaciones. Las articulaciones tienden a atrofiarse con el desuso y necesitan ejercitarse para mantenerse en buen estado. La inactividad física produce la disminución del la fuerza muscular, acelera el proceso degenerativo, reduce la capacidad aeróbica, aumenta el peso... en definitiva, favorece la aparición de problemas osteoarticulares.
 Las investigaciones han evidenciado que la práctica regular de ejercicio físico es extremadamente importante para controlar muchos de los síntomas de la artrosis y de la artritis.
La ejecución de ejercicios apropiados ayudan a mantener flexible la articulación, potenciar y preservar la fuerza muscular y proteger la articulación, así como a mantenerla íntegra.
El movimiento favorece la circulación, sistema clave para la generación y desaparición de una inflamación, que, por muy mala fama que estas tengan, no dejan de ser un sistema de seguridad del cuerpo, aunque en su justa medida.
El movimiento ayuda a disminuir esa presión de más que está sufriendo la articulación y las sustancias que generan la inflamación, permitiendo que se mueva con mayor amplitud. Además si estos movimientos se realizan en un medio acuático, disminuye el efecto de la gravedad sobre esas articulaciones eliminando aún más estrés mecánico.
La mejora de la rigidez articular o de la debilidad muscular puede ser lenta pero si los ejercicios son realizados periódicamente, el movimiento de la articulación se verá facilitado.


Recomendaciones:
1. Mantenga un peso corporal correcto: La obesidad es una de las causas de la enfermedad y además hace que ésta progrese más rápidamente.
2. Hábitos posturales: Mantener curvas fisiológicas, buena organización escapular, pelvis en posición neutra, correcta colocación de los miembros inferiores y extensión axial.
3. Ejercicio: El ejercicio protege la articulación y aumenta la fuerza de nuestros músculos. Disminuir al máximo la movilidad hace que la persona con artrosis se convierta en dependiente de los demás. Es bueno caminar, ir en bicicleta y practicar la natación, pero los deportes de contacto o de gran sobrecarga física son menos recomendables. Existen también ejercicios específicos para cada articulación afectada por la enfermedad, por lo que puede pedir consejo a los profesionales del área.
4. Mantenga una actitud positiva: La actitud positiva genera energía y fuerza que, sin duda, son el combustible para conseguir los objetivos marcados y superar las dificultades que se irán presentando. La actividad física ayuda a aumentar los niveles de adrenalina y serotonina que influirán en el optimismo y, por lo tanto, ayudarán a conseguir una actitud positiva. La práctica de la meditación y técnicas de relajación pueden ayudar a desterrar de la mente los pensamientos negativos y ayudar a controlar las emociones.

 Amaia Gallastegi Etxeberria
 Licenciada en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte


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