lunes, 21 de noviembre de 2011

“LACASITOS Y ERIZOS ¿QUÉ HORROR?”

El dolor de la zona lumbopélvica se asocia a una serie de cambios del movimiento y de la actividad de los músculos del tronco. Muchos de los cambios influyen en la estabilidad de la columna y de la pelvis.

La estabilidad de la espalda se consigue gracias a un movimiento dinámico de fuerzas entre los flexores y extensores (Hodges et al., 1997; Hodges et al., 2009) junto con los elementos pasivos y los sistemas de control (Panjabi, 1992).


La actividad de los músculos del tronco, asociada a los movimientos rápidos de los miembros superiores, no implica una cocontracción simple, sino una secuencia cuidadosa y compleja de actividad muscular para equilibrar la demanda de estabilidad dinámica de la columna. Ante estos movimientos, ciertos músculos del tronco tienen que responder de manera temprana y rápida.

Los músculos que actúan dando respuesta a la estabilidad del tronco son: los rectos abdominales, el oblicuo externo, el oblicuo interno, el erector de columna y el músculo transverso.


Los estudios sobre el patrón de reclutamiento muscular sugieren que estos músculos podrían contribuir a la compresión de la articulación sacroiliaca (sin incluir el recto abdominal) y por tanto a su estabilidad.

Las personas con dolor lumbar preparan menos veces la columna cuando ejecutan movimientos rápidos de los brazos (Mok et al., 2004) y de las piernas. Además la activación de la musculatura (regulada por el SNC) del abdomen se ve cambiada con respecto a las personas sin dolor (estudios que evalúan la actividad EMG electromiográfica). Los músculos transversos del abdomen (Hodges et Richardson, 1996) y los multífidos (también glúteo mayor en monopodal) se retrasan, no se anticipan al movimiento. También se ven diferencias en la anatomía del transverso, disminuyendo su grosor (Hides et al., 1994) y aumentando su fatigabilidad en las personas con dolor (Roy et al., 1989). Por todo ello, es muy importante el trabajo de esta musculatura en los programas de ejercicio mediante posiciones y respiraciones o a través de movimientos simples o complejos (con material como Dynair XXL o “lacasito”, Fitball, “erizos”, Bosu etc.).




En la figura 1 se representa el momento de actividad muscular, medido mediante EMG en tres movimientos rápido del brazo: la flexión y extensión (subir y bajar el brazo) y la abducción (levantar por el lateral del tronco el brazo). Se valora el transverso (TrA), el oblicuo interno (OI), el oblicuo externo (OE), el recto anterior (RA) y erectores de la columna (ES) tanto en personas con dolor lumbar (DL) como en personas sin dolor lumbar (NDL). Se evalúa durante 100 ms antes y 100 ms después de iniciarse la contracción del músculo principal que realiza el movimiento del brazo. En la figura se observa cómo durante la flexión se producen los mayores retraso significativos en la activación muscular.

En definitiva, uno de los objetivos con las personas con dolor lumbar será restablecer la coordinación muscular mediante ejercicios de fuerza específicos y mediante ejercicios de inestabilidad complejos.
Figura 1.  Actividad muscular en movimientos balísticos de brazos. Adaptado de Hodges y Richardson 1996.

Esta es la explicación por la cual en las clases hacemos ejercicios de equilibrio; sobre una pierna, con el “lacasito”, con los “erizos” etc. o ejercicios rápidos lanzando balones o cogiendo bolígrafos antes de que lleguen al suelo. El objetivo no es prepararos para “El Circo del Sol”, como a veces comentáis de forma divertida, sino recuperar la capacidad de la musculatura del compartimento abdominal de preactivarse (en personas con dolor lumbar crónico) o mejorar y fortalecerse (en persona sin dolor lumbar).

Así que… ¡adelante con cada nuevo reto que os planteamos!







Jéssica Fernández Pérez

Fisioterapeuta y Lda. Actv. y Deporte